viernes, 15 de diciembre de 2017

Los reyes de una sequía

Conquistadores de un trono, escritores de una realidad, magos de un sueño que pudieron concretar. Este Natación y Gimnasia será recordado por haber dado fin a una espera de dos décadas de aquella última gloria.
Son 42 jugadores lo que consiguieron este título, y aunque solo figuren 23 detrás hay un plantel.
Este Torneo Regional 2017 fue sin duda un eco de coincidencias. El tener rivales enfrentándose en varias ocasiones con resultados distintos y algunos impensados con el pensar de revancha dando vuelta en las cabezas de los jugadores. El dar a reflotar la famosa frase: “La tercera es la vencida” para el caso del campeón, Natación. Unir la familia dentro de un campo de juego, recordar a aquellos viejos campeones que reflejan su legado con la nueva sangre. Ver aquellas derrotas y comparar con ocasiones pasadas. De todas formas aunque el destino te vaya dando las pistas de cómo llegar a la meta, es tu decisión el tomarlas y realizar lo mismo o usarlas para moldear tu propio camino.
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Los minutos cada vez se hacen menos. Aquella brecha de distancia se acortó y entra en zona de preocupación. Faltan segundos para que se cierre el telón y la cuenta regresiva entró a 10, el penal del aventajado hace que los gladiadores de la cancha respiren un poco, el partido no se podía  perder pero se podía igualar. La salida del contrario fue como en una película de acción. El tiempo para la maniobra heroica se agotó, la ovalada por los cielos desciende en cámara lenta y cuál granada sin seguro era ver quien se quedaba con el estallar. Un error del remontador  dio por concluida la batalla.
El pitido final del jefe de cancha sentenció la historia, cual trompeta de rendición en aquellas guerras antiguas, dio por concluido el campeonato y por ende dio a conocer al nuevo rey del NOA.
Las piernas de los soldados “Blancos” cedieron al cansancio. Cuerpo tras cuerpo fueron cayendo al suelo por el desgaste de la contienda. Las miradas perdidas de los coronados buscaban una respuesta en sus camaradas. Un abrazo en automático sin entender esa sensación que le recorría la sangre. Una sensación de ganador que hace tiempo le viene esquivando.
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La primera fase del Torneo Regional les tendría como rivales a diferentes tipos de equipos. La Zona “A” tenía entre sus filas a clubes como el último campeón Los Tarcos, Tucumán Lawn Tennis (rival que enfrentó en tres ocasiones y en cada una se llevó un resultado diferente), Huirapuca (que le permitió el pase), Jockey de Tucumán (que vio la vuelta de un exponente), Old Lions y Universitario de Salta (que sirvió para probar). De cada uno de estos seis equipos Natación se llevó algo; Felicidad, tristeza, enojo, alegría, frustración y sobre todo aprendizaje.
Pero sin lugar a dudas el más remarcable fue el de la primera fecha, el que dio comienzo a este sueño moldeado en 2016, que se cumpliría en 2017.El 22 de abril Natación recibió en su cancha a Tucumán Lawn Tennis, dos equipos con pensar diferentes, momentos opuestos, pero con un mismo objetivo moldear la historia de su club.
El “Blanco” llegaba a ese encuentro con el pase a cuartos de final del Torneo del Interior “A” bajo el brazo. Mientras que Lawn Tennis mostraba su andar en el Interior “B” (lo remarcable de esta situación es que Natación se quedó con la última plaza del “Súper 8” en 2016 y eso llevó a que los “benjamines” se terminen conformando con la Copa de Bronce). Pero de aquel partido, de aquella derrota 20 – 16, los recuerdos son vagos y el resultado confuso. La mitad del plantel de Natación se confunde al momento de hablarte de aquel encuentro: “Lo perdimos al últimos minuto” “fue una derrota por un punto” o cosas así. La realidad es que Natación estaba recién empezando a pulir lo desarrollado. Las ideas de juego no eran claras y la defensa aún era frágil. La verdad de aquel partido es que Lawn Tennis lo planteó de pizarrón y se lo llevó. Sin vacilaciones o deslumbre de buen juego. Pero hay algo que remarca unos de los referentes del plantel: “Nos veníamos acostumbrando a ganar y esta derrota nos puso de nuevo en la tierra”, expresó Gabriel Ascárate.
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21 años de aquel 1996 a este 2017. Entre tanto transcurso de tiempo uno se pregunta ¿Qué pasó con aquel Natación ganador? Aquella época en el  que luchaba hasta el final. En la que ese título del 96’ era el bicampeonato obtenido por los “Blancos” (ya que en 1995 lo ganó compartiéndolo con Tucumán Rugby, además fue el campeonato que cortó una sequía de 34 años ya que el anterior había sido en 1961 compartido con el “verdinegro” también). Bueno, las cosas cambian. Entre ellas el torneo dejó de ser solo para equipos de la provincia, para ser el Regional del NOA. El rugby en si fue mutando nuevas reglas, formas de juego y era más dinámico que antes. Las estrellas de esa época dorada se fueron extinguiendo. Algunos dejaron porque el físico no les daba para más, otros vieron la ventana abierta y fueron a probar aire al otro lado del charco. Y hay quienes apagaron su estrella, para unirse con otras más brillantes. No hay una respuesta clara a lo sucedido, se puede decir que no encajaban al sistema juego, la base era mala y por ende el plantel no respondía acorde a lo querido. Al punto en que esas falencias fueron tales que en 2008 el “Blanco” conoció la oscuridad.
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Como ese partido después vinieron los demás. La segunda fecha Old Lions fue más complicado de lo que pensaron en los papeles. Fue trabajoso y sufrido para el ajustado 27 – 24 de Natación. Pero el pensar de los jugadores era de tranquilidad, la de ir encuentro a encuentro e ir perfeccionando su nuevo esquema de juego. La tercera jornada no tuvo mucho para destacar, un 52 a 19 frente a Jockey (T) y listo. Pero lo remarcable de esto fue la vuelta de un exponente para el equipo, Matías López sin segundo habido para saludar, descansar o relajarse tras su periodo jugando en España, dejó las valijas en casa y sin pensarlo fue a ver ese partido y así la penúltima ficha del tablero había arribado a tierras blancas (la otra era Gonzalo García pero que se sumó en instancias finales).
La cuarta fecha fue la caída 36 – 20 frente al coronado “Rojo” el cual fue un frenar para Natación y un resurgir de Los Tarcos (ya que venían arrastrando una cadena de derrotas sumando las del Nacional de Clubes). A solo dos encuentros para que culmine esta primera fase (ya que en la última los “Blancos” tenían libre) tenía que conseguir una victoria cómoda en la quinta para conseguir el pase directo. Frente a ellos Huirapuca (en la previa las opiniones eran disparejas el equipo del sur siempre es un rival fuerte de enfrentar. Pero los “Blancos” llegaban de vencer en cuartos a Córdoba Athletic,43 - 14, y tenían el pase a semifinal del Torneo del Interior). Sin resistencia alguna del contrario Natación los borro del plano y con el 41 – 13 consiguió el pase al Top 10, tras quedarse con la última plaza (curiosamente quien estaba en cuarto lugar y a un punto nomas era Lawn Tennis).
Ya en el cierre el viaje era a Salta, rival: Universitario, planteo: guardar jugadores, objetivo: probar a los juveniles. Ese fue el pensar de José Macome que viajó al norte con un equipo B (se podría decir) cuidando a los titulares. De eso surgió jugadores jugando en diferentes puestos, la lesión de Ricardo Ascárate en el precalentamiento y tener que subir a uno de intermedia. Tras confusiones e ideas nuevas el local aprovecho y los mando regresó a Tucumán con una derrota 34 – 7 (mismo resultado que obtuvo Natación cuando venció a Uni (S) en su cancha para así pasar al “Súper 8”).
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Un club que mantiene un recuerdo. Una cosa en común entre los campeones del 96’ y los del 2017. Es un lazo imborrable que ni el tiempo podrá deshacer. Esa unión corre por las venas y nadie la puede cambiar. Padres que vivieron esa época, que levantaron la copa en aquel tiempo, que alzaron en alza a sus hijos fueron los espectadores de este. Como viene al caso de la familia Orlande, Aníbal (padre) que en aquel año levantó el séptimo título con Nicolás en brazos, y Matías en camino. Gonzalo García (padre) vivió esa época con su hijo Tomás para luego contarle a Gonzalo (hijo). Pablo Bascary jugador en ese entonces paso de las canchas al banco para guiar a su club en años complicados, y luego darle el espacio para que su hijo Matías (20 años) viviera ese mismo sentimiento. Gabriel Palou (hijo) conmemoró la imagen de su viejo, puso el apellido nuevamente en los libros de la historia ovalada, para que así el “Mocho” siga viviendo en todos los corazones “Blancos”. Otro caso el de Néstor Díaz (jugador en aquel 96’ y presidente de Natación actualmente) que dio su cuerpo por la camiseta en ese entonces, hoy con el traje puesto decide administrar las riendas del club desde el escritorio para que a estos jóvenes no les falte nada.
Hay una declaración de un místico jugador de Natación (ex jugador de Los Pumas) Omar Hasan que dice: “Yo me acuerdo que muchos eran bebés”. Y como no 21 años atrás quien iba a pensar que aquellos pibes que jugaban con una pelota de plástico al lado del ingoal (como se ve hoy en día en cualquier cancha del rugby tucumano) sin entender el contexto del momento, iban a vivir lo mismo que dimitieron sus padres, tíos o abuelos.
Un plantel 2017 que no solo lleva la sangre de viejas glorias, en este existe la sangre de una familia gigante, la de XV hermanos entrando dentro de un campo a batallar por sus sueños. Para eso tiene que haber los hermanos que vinieron en tres pares a competir el torneo (Ricardo y Gabriel Ascárate; Nicolás y Matías Orlande; Tomás y Gonzalo García), primos que la cancha volvió a unir (los Ascárate y Orlande; Luciano y Gonzalo Molina), hijo siendo comandado por el comandante que le dio la oportunidad de batallar este año (Pablo Bascary a su hijo Matías).
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El reconocimiento había terminado. Con un perfil de a que se enfrentaban era tiempo de medirse con los mejores, con los 10 mejores. Rivales a los cuales ya había enfrentado: en los que venció a uno, y con los otros cuatro perdió, sin embargo la oportunidad de redimirse era está. Luego estaban lo de la otra zona, la “B”, que solo los vio el año anterior pero en este 2017 aún no. Sus rostros cubiertos y armas escondidas no dieron lugar a la especulación, el dilema se iba a resolver en cancha.
Las dos primeras fechas eran con los campeones, que con corona desgastada buscaban poner el peso de su titulo al contrario. El primero un rival nuevo, Universitario de Tucumán, rival con historia, el peso de los títulos obtenidos triplicaba al de Natación. Sin mucho espacio al “boom” ese 15 a 12 a favor del “Blanco” fue victoria y punto. Ahora era turno del otro coronado, Los Tarcos, la revancha por esa primera fase estaba ahí nomas. Con escenario cambiado el resultado fue otro 21 – 12 y la primera “vendetta” estaba cumplida.
Cuando las victorias se iban dando y el sistema de juego estaba funcionando julio llegó. Los partidos se hicieron más complicado y los rivales más fuertes. El primer bache de un camino al sueño fue la semifinal del Torneo del Interior, GER (Gimnasia y Esgrima de Rosario) lo había sacado del camino a Natación con un 28 – 18. La ilusión de una final destrozada por un rival (aunque el objetivo se había alcanzado el de llegar a dicha instancias, la desilusión golpeó fuerte al joven equipo soñador). A eso se le sumó otra derrota en el norte del país. Jockey de Salta lo despachó sin hacer mucho ruido con un 20 – 16. El triunfo a un conocido, Huirapuca, 31 – 28 fue con aire de alivio. Sufriendo la primera parte aprovecho que la madre naturaleza sirvió a favor de los “Blancos” y con su brisa refrescante guío las pelotas de un goleador que fue la punta de lanza en este campeón. No solo en este encuentro en el cual “MachiLedesma aportó 21 puntos, sino que a lo largo del torneo el apertura sirvió, con su derecha bendecida, para ganar encuentros claves (además fue el goleador/jugador destacadó de este torneo con 261 puntos, sacándole casi 100 a su perseguidor).
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2008 torneo que terminó siendo para Tucumán Lawn Tennis (que se coronó en cancha de Natación cortando una sequía de 26 años). Pero que la novedad fue la lucha por la permanencia. Duelo de fundadores Tucumán Rugby vs Natación y Gimnasia, sorpresivamente no era en lucha de un titulo como lo fue en el 95’ y 96’. En esa ocasión se vería quien de los dos lucharía por el ascenso el año próximo. Una definición a dos encuentros, ida y vuelta en sus respectivas canchas. La primera batalla fue victoria del “Verdinegro” 19 a 6. Las vistas estaban puestas en la vuelta a disputarse en Benjamín Aráoz al 700. Era ver quién de los “decanos” iba a jugar por el ascenso el año próximo. Aunque la garra que pusieron los locales fue más, la experiencia de Tucumán Rugby lo superó y así se llevó ese partido, y la permanencia, 34 a 7. Y comparando a aquellos jugadores que vivieron la tristeza absoluta de descender con su club hay varios nombres que se repiten con el campeón 2017: Gabriel y Ricardo Ascárate, Lucas Escobedo, Gonzalo Molina, Leandro Paliza y Mauricio Diarte. Son quienes vieron al club tocar fondo, pero son también los que aportaron para sacar este naufragio a flote.
En 2009 Tucumán Lawn Tennis (bicampeón) y Universitario de Tucumán se alzaban con la copa. Los “benjamines” se adjudicaron su segundo título al hilo, con la gran conducción del goleador Federico Mentz. Por su parte Natación despertó tarde, fue de menos a más pero ni con las últimas armas pudo conseguir el pase a la máxima categoría (esta se fue para Salta en la cual Jockey y Tigres consiguieron el ascenso). Teniendo que estar otro año más abajo, pero sin saber que el 2010 la fiesta iba a ser x2.
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De todas maneras la fecha anotada, resaltada y agenda da fue la quinta. En ella se encontraba el equipo más temido y respetado del campeonato,Tucumán Rugby. El “verdinegro” siempre es un rival clave para cualquier equipo que sueña con llegar a un título. Es como decir que: “Si queréis ganar un campeonato primero tenéis que vencer a Tucumán Rugby” y el plantel de Natación lo sabía perfectamente, aún más su técnico José Macome (el cual lleva el apellido de un linaje de jugadores del club de Yerba Buena). En aquel partido, en calle Salas y Valdes dos mundos se chocaron. La fuerza física de un pack de fowards como el del visitante, contra la agilidad de los backs del local. Aunque la derrota llegó a casa blanca, por 30 -29, de esos errores factibles surgió un nuevo escalón en cara al título. De esos tackles errados, defensa vulnerable, falta de idea al concretar y penales errados (ya que “Machi” tuvo al alcance la victoria pero erró un penal complicado, el cual luego en semifinal convirtió) se creó una idea, una frase  y un pensar en conjunto: “Vamos a tener revancha”.
La siguiente jornada una cara conocida Lawn Tennis. El hambre de revancha se sentía en Benjamín Aráoz. El momento de sacarse la espina y vengar aquella derrota estaba al alcance. El día era el de una película de acción, el cielo gris, la brisa fría y dos hinchadas gritonas era el preestreno de una final. Sin sacarse ventaja, y sin revelar mucho sus cartas Natación se llevó un empate en 22. Los jugadores con expresiones de satisfechos pero con el hervor en las sangres por esos puntos que se le fueron al final, no tenían idea que la batalla final estaba al caer.
Aunque los resultados no se iban dando el contexto empujaba a favor de Natación. La séptima fecha se jugaban la posibilidad de clasificación directa, entrar entre los cuatros primeros y sobrepasar el objetivo pendiente (el de quedar entre los seis primeros). El obstáculo de aquel anhelo era Lince, un rival el cual el historial daba fiesta blanca. El ego de conseguir más pudo más que las metas. Sin embargo esa tarde el gris cubrió el entorno y sin esperarlo los soñadores recibieron un advertencia, de no relajarse y luchar cada encuentro como si fuera el último. Fue tal la sorpresa que en los demás encuentros las caras eran de asombro y los gestos decían: “Ya fue Natación”. De las pocas derrotas la caída en Silvano Bores al 700 fue la más significativa. Una cancha que 21 años atrás Natación conseguía su séptimo título tras derrotar a los “Rojos”. En esta ocasión la caída con los “Grises” en aquel terreno sirvió para enfriar la cabeza, apoyar los pies de nuevo en tierra, darse cuenta que no les sobraba nada y sacudiéndose el polvo de la camiseta blanca,  volver a recorrer el camino de su meta. Paso a paso, partido a partido.
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El objetivo planteado en la pretemporada cuando José Macome tomó las riendas de este plantel se había cumplido, ya estaban entre los seis primeros y nadie les iba a arrebatar eso. En el entrenamiento previo al partido contra Jockey de Salta en su cancha por los cuartos de final la única expresión fue de felicidad, pero con un mensaje oculto ahí. La de si estaban conforme con lo obtenido o si querían seguir avanzando. A solo tres partidos de conseguir lo soñado y cortar una sequía de añares, las ganas de ver hasta dónde podían llegar recargo esos cuerpos abatidos y cansados para que así la guerra continúe su andar. A días de comenzar un partido clave, una  problemática azotó en la ovalada tucumana. Una mala inclusión de un jugador ponía en duda la semifinal obtenida por Lawn Tennis, y activaba las antenas en Natación (que en caso de haber recibido sanción de puntos el club pasaba directo a dicha instancia). Sin embargo dentro del staff de jugadores y técnicos esa situación se tomó con risas y gracia. El especular era el volver a soñar, un sueño que vivieron y pagaron caro frente a Lince. “Nosotros queríamos demostrar que somos campeones ganándole a todos y no pasando por problemas así”. La situación se alejó de la Benjamín Aráoz y la mente estaba puesta en su próxima “vendetta” frente al Jockey salteño (por la derrota sufrida en zona campeonato).
Aquel tres de septiembre el tablero completo su última ficha, lo que le faltaba al equipo para cerrar una gran campaña era su gente. Sin contar a aquellos que siempre estuvieron en las buenas y en las malas, más malas que buenas o como dice Ramón Sánchez: “Yo siempre me apoye en esos que siempre estuvieron, pero ver al club así me dejó sin palabras”. El hincha “Blanco” o la como se hacen llamar “La 22” hizo llenar de lagrimas a más de un soldado de cancha el colorido blanco, azul y rojo brillaba más que nunca en aquel play-off. Esa fuerza invertida de compañeros que no quedaron seleccionados, jóvenes que aspiran a llegar a primer, jugadores retirados que van a alentar, amigos de los mismos o en términos generales Natación y Gimnasia fue lo que le faltaba al equipo para terminar de coronar esa campaña.
El partido fue de tres pilares altos del plantel (todo el equipo fue una solidez al momento de jugar, pero hay tres jugadores que marcaron el rumbo al título) la experiencia de Lucas Escobedo, que vivió el descenso y ascenso del club, el tryman del equipo Gonzalo Molina y el goleador Máximo Ledesma. Ellos tres guiaron al triunfo que se le complicó al final por los avances de los “rojiblancos” que fueron a por todo pero no les alcanzó. Esa victoria 28 – 22 no solo destacó la historia que estaban consiguiendo esta generación, sino que les sumó un nuevo objetivo a programar, el Nacional de Clubes del año próximo. Una competencia difícil por la exigencia pero que saca a relucir lo mejor de cada equipo.
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El 2010 comenzó con un festejo general, el decano del rugby tucumano (que inculcó el deporte en 1941) cumplía 80 años de fundación. Una fiesta que sirvió para olvidar el pasar del club y centrarse en celebrar la rica historia del mismo. El principio de año, 21 de febrero, celebrando este evento fue para poner la cabeza en frío y empezar a pensar en el ascenso, el volver a codearse con los grandes y poner a la institución nuevamente arriba, pero el camino iba a ser difícil. El plantel comandado, por Pablo Bascary, tenía un objetivo y nadie se lo iba a arrebatar quedar primero y así conseguir el pase directo. Los partidos se fueron dando, victorias y derrotas pero asechando. De estar cuartos a ponerse solo a cuatro por debajo del líder, Old Lions de Santiago del Estero, con quien iba a verse en el momento culmine del torneo. Las fechas fueron pasando hasta el punto en que el momento culmine llego. Con un “Uni” de Tucumán ya campeón, el Jockey tucumano aguardando rival en la permanencia, solo aguardaba definir el ascenso ¿Quién iba directo a primera? Y ¿Quién iba a luchar la permanencia?
La última fecha de aquel Regional “Carlos de la Serna” (un gran referente del club “Blanco”) llegó con el duelo clave por el ascenso. El campo de batalla Tucumán Lawn Tennis (las vueltas de la vida, en 2008 Natación cede su cancha y los “benjamines” cortan una sequía de 26 años). Era Natación vs Old Lions. El triunfo era su pensar, y anotar puntos su deseo. El encuentro fue ganado por la pizarra, y no tanto en el arriesgar. La figura expectante de Gabriel Ascárate (jugador en duda por una lesión sufrida en ese entonces con los Jaguares) se hizo valer. El centro anotó 17 puntos y el try de Gonzalo Molina (tryman del campeón 2017) sentenció la historia. Un 22 a 8 decretó igualdad de puntos entre los dos rivales. Pero el sistema de desempate había decretado que Natación volvía a primera. Misión cumplida. De aquel descenso a este ascenso los nombres no cambiaron, en comparación a este campeonato 2017. Se sumaron caras nuevas pero la más destacada fue la de Gabriel Palou, que con 19 años empezó a trazar su propio camino en una dinastía ovalada. Jugar con su hermano conmemorando al Gabriel original fue el cierre de un 2010 a puro festejo. Un salto temporal siete años adelante cuando sin saber en medios del festejar el “Mocho” fue alzado en hombros y llevado en andas alrededor de la cancha para dar la vuelta olímpica con el mirar del recuerdo atrás.
El otro año nuevamente en primera no fue de gran pasar. Los resultados no acompañaron al reciente ascendido. El ritmo de los grandes fue demasiado para la experiencia del fundador, que de a poco se fue quedando en la tabla hasta quedar en el fondo y así descender nuevamente al pozo. Sin embargo, en un manto de oscuridad el 2012 llegó con una novedad. El formato fue diferente (sin distinción entre campeonato y ascenso el torneo se había hecho con 19 equipos y dos zonas) y con ello Natación vio la luz que le abrió la puerta a algo nuevo por comenzar.
De un momento de la historia las páginas están en blanco, vacías y sin contenido. No se sabe cómo o qué le pasó a Natación. Dejo de ser un protagonista de peligro y aventura. El héroe y villano del torneo, para ser un espectador más. Uno más que empezó a tomarse el rugby como algo serio, como en aquellas épocas de glorias. Los mandatos cambiaron y con ellos la forma de trabajo. Un día volvió al plano nacional, las rutas fueron su destino y los partidos su aprender. El “Amarillo” se mezcló con el “Blanco”, y con ello la cabeza de un plantel. Dejar de ser el equipo a vencer en cualquier lado, y volverse el rival a enfrentar. Una base formo José Rubino años atrás para que José Macome de ella se apoye y empiece a armar la fortaleza final.
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El partido con Tucumán Rugby era nuestra final”. Y como no verlo así, cancha del “Verdinegro” a más no poder, era una bomba inactiva la cual el más mínimo movimiento la iba hacer explotar. El local tiñendo el cielo azul con gris, con una manta verde y negra. Sin embargo ni el más oscuro de los humos iba a superar al blanco, azul y rojo de la visita. Todo quien se hace llamar seguidor, fanático, aficionado, hincha, jugador de NyG estuvo ahí, fue a copar Tucumán Rugby, fue en nombre de la “22”. Banda de amigos, iniciada por jugadores en épocas de ascenso, que invirtió, dejo de lado y alentó para ver aquel encuentro. Pasión y confianza son las palabras que transmitía esa banda sin decir nada más que: “Dale, dale Natación”, mensaje corto pero penetrante para sus jugadores que entre lágrimas, risas, susurros entre ellos ingresó a ese campo verde.
El encuentro arrancó con las primeras embestidas de la visita. Feroces al momento de atacar, y fuerte en la.  Era el encuentro en el cual todo se le fue dando al visitante. Los penales errados en aquella ocasión (la derrota 30 – 29 por la Zona Campeonato, en esa cancha) ingresaron, los tackles fueron efectivos y  la defensa solida. El try de Javier Díaz, protagonista de los dos últimos partidos, los puntos de Maxi Ledesma y la gran muralla blanca empezaban a cerrar una tarde ideal.
Aun así toda formación tiene su grieta sin importar lo impecable que sea. En los “Blancos” fue la desesperación. La desesperación de querer bajar el telón los llevo al error. El apuro de querer recuperar la guinda llevo a una cartulina amarilla. Y de esta vino lo menos pensado, por el contexto, el empate en 22. Últimos minutos y desde el banco se sintió un grito que enmudeció las tribunas: “Si perdemos por mi error me muero” palabras cortas y claras de un jugador con experiencia, que sabía que su error podía llegar a pesar mucho, como lo es Matías López.
El reloj llegó a cero. El cansancio pudo más con el soñador que con el experimentado. Era momento de jugar el as bajo la manga de este nuevo formato 2017, implementada por la Unión de Rugby, “La muerte súbita”. El nombre lo dice todo anotas primero y la llave de la final es tuya, te dormís en actuar y le deja la gloria al otro. El ruido de las tribunas se hicieron silencio, las palabras gestos y el latir de los corazones fuerzas: “Ahora o nunca”, únicas palabras que se podían transmitir, las órdenes de José Macome eran innecesarias ante tal situación.
Quien no arriesga no gana dice un dicho popular. Pues Natación no arriesgo, sino que fabricó la situación. Una mala toma del local llevó a que los “Blancos” recuperen la pelota. Más allá de su terreno y al límite con el del contrario, ocho “gordos” empezaron a trazar el camino a la final. “Levante y vaya, levante y vaya” o el bien el famoso pick and go, con esa arma recorrió la mitad del campo hasta ponerse delante de la “H”.  Una estructura tan ansiada y hermosa para cualquier pateador el cual este no espero más y mandó la seña. El medio scrum Agustín Ramasco, al mejor estilo de su tocayo Agustín Pichot (ex jugador de Los Pumas y vicepresidente de la World Rugby), se la cedió de palomita a “Machi”. El apertura, cerca de mitad de cancha, recibió una complicada pelota cerca del piso, con poco recorrido y seis jugadores de Tucumán Rugby encima despacho el derechazo. Las miradas se centraron en aquella voladora, que empezó a subir y luego a bajar para hacerlo justo entre los tres palos y al unísono del caer de los jugadores “verdinegros”, decreto victoria de Natación 25 – 22, y así el pase a la final sin rival aún.

Los días estaban contados, la gran final y el cierre de este cuento estaba a la vuelta de la esquina, en ella un rival demás conocido este año Tucumán Lawn Tennis. Tercera vez a enfrentarse con los “benjamines”, en el primer cayó y en la segunda empató. El duelo del Parque 9 de Julio estaba servido en bandeja solo faltaba que llegara el día.
Los entrenamientos eran intensos, pero por momentos desprolijos. La presión fue corrompiendo a algunos y los días cada vez eran menos. Sin esperarlo una luz se hizo en la oscuridad  de la cancha ubicada en Benjamín Araoz. Sin saberlo el sorteo se había realizado, un sorteo que no sabían para qué era, pero que fue el moño que adorno el regalo. Una palabra iluminó los rostros, la presión se fue volando como insecto nocturno. Les habían dicho que la final era acá, en su cancha, en su tierra, en su casa: “No se puede estar dando las cosas tan bien”,  se escucho en campo. Cual futbolistas profesionales en las noches de entrenamiento la gente se acercaba al club para alentar a sus guerreros. Fotos de un lado, camisetas firmadas, arengas. De a poco el club iba tomando color.
También surgió una propuesta por parte del staff técnico hacia los jugadores. El de concentrar todos juntos en un hotel antes de la gran final. En ese instante las palabras no salieron, pero las miradas lo decían todo. Capitán y referentes del grupo se juntaron y decidieron declinar la oferta. ¿Por qué? Por las mañas que tienen algunos antes de jugar. Desde acostar a tal hora y no desayunar un sábado como lo hace el más joven del plantel Gonzalo García. A estar relajado, escuchar su música y comer cuando quiera como lo hace Gabriel Ascárate.

17 de septiembre fecha establecida para la final del Torneo Regional 2017. Un domingo que no abarcaba ningún día festivo o evento deportivo en lo local (solo jugaba Atlético frente a Chacarita) o en lo nacional no había partidos relevantes. Solamente era un séptimo día de la semana con el sol más fuerte, amarillo, brillante y redondo como no se lo había visto a lo largo de la competencia. El calor era sofocante, para andar de bermuda y remera, para quedarse más bajo techo con aire o en una pileta que asistir a un partido de rugby. Pero para quienes sienten la ovalada por la sangre el palpitar de una historia a resurgir sabían que era un evento para asistir.
El momento había llegado. Ya no había tiempo para más especulaciones. Dos equipos en busca de un sueño (Natación quebrar una sequía y Lawn Tennis remediar lo hecho el año anterior), el de levantar la copa y ser el nuevo rey del NOA. El contexto el ideal. Tribunas llenas a más no poder la relación entre estos dos equipos está en sus escudos, ambos tienen el blanco y azul en ellos, pero el local tiene el rojo pasión mientras que la visita posee el amarillo alegría. Los cánticos de la previa sumándose al tumulto de gente saltando y gritando opacarón el partido por el tercer puesto (entre Tucumán Rugby vs Los Tarcos, el “verdinegro” termino ganando). Además súmale el plus de la televisación que le daba un toque más de adrenalina al mismo. El ruido aseguraba un gran espectáculo, el fervor de la gente se asemejaba como al de una batalla. El solo pensar que dentro de la cancha entran XV por bando pero afuera hay miles asusta.
El encuentro a las 16 de la tarde, cuatro horas antes el local ya estaba en el complejo para su activación. Precalentar, estirar, comer y relajar la rutina del soñador. Una orden directa del staff para esos 23 que iban a jugar: “Tienen una hora libre vayan a ver lo que hay afuera”. Distenderse era el objetivo, sacarse los nervios de principio para entrar relajado al juego, una maniobra inteligente para evitar el pánico escénico (dirían en las obras de teatro). El recorrido interrumpido, la gente solo apoyaba, una frase repetitiva se oía entre todos esos aplausos: “Ustedes ya son nuestros campeones, ya hicieron historia”. Pero para hacer historia o dejar una marca el cuento tiene que tener un final. En los vestuarios el silencio era palabra santa, calmados los minutos finales entran los experimentados. Aquellos viejos campeones, referentes de la institución, leyendas de la casa blanca o los héroes sin capa para alentar a los muchachos con palabras dedicadas para cada uno como: “Vos sos grande porque tu viejo lo fue” para aquellos hijos, “ustedes son elogiado porque te formaste desde abajo” para esos que desde chico se vienen formando, y viendo a esos que llegaron por la puerta grande y nunca se fueron les decían “ustedes van a empezar a hacer historia”. Ya sin más que sufrir la hora indico que era tiempo de salir.
De repente el cielo se oscureció, las bombas de humo se esparcieron y se mezclaron arriba, los papeles nublaban la visión y los oídos retumbaban al ritmo de los cohetes. Con rostros felices libre de presión alguna los jugadores entraron rápido al terreno de juego, como si estuvieran diciendo: “Ya estamos listos, que empiece el juego”.
Todo en su lugar, el “piii” del árbitro dio pie al comienzo. El cual apenas la ovalada salió despedida del pie del pateador, la balanza se inclinó a favor de un bando. En ese momento el local fue demoledor al momento de atacar y aprovechó las situaciones para poner en K.O rápido a los “Benjamines”.
Las jugadas salían sin problemas. El juego era rápido cuando tenía que serlo como carrera de F1 y delicado y lento cuando había que pensar. La única vez que Lawn Tennis estuvo adelante fue por un penal del centro Santiago Rez Masud, pero de todas formas duró menos de un minuto cuando el local encontró el pasillo libre para que Gonzalo García (el jugador revelación de este año) se tire al ingoal y remonte la situación. Los “Blancos” atacaron sin dejar respirar a los “Benjamines”, en esos primeros 40 minutos la historia se empezó a cerrar. Los tries de Javier Díaz (protagonista de los dos últimos encuentros) y su capitán Nicolás “Poly” Orlande había decretado una ventaja de quince puntos para el local (21 – 6).
Un primer tiempo sencillo, como ir a la esquina y volver, pero Natación no tenía idea de que se había metido en un terreno hostil. A la vuelta de la misma dormía una bestia, que con el solo hecho de estar ya se hacía respetar, y que cuando entrara la historia iba a cambiar.
En la segunda instancia uno levantó el pie del acelerador y otro lo presiono. Lawn Tennis aprovechó el cansancio de su rival para tomar las riendas del juego y avanzar. El ingreso la experiencia de jugar partidos difíciles, de luchar hasta el final para coronarse o ser denominado como el rugby de antaño como lo es Federico Mentz (apertura con un historial enorme en el club) para así equilibrar la balanza declinada. Dos jugadas bastaron para disminuir la brecha y asustar a los locales. La primera de un scrum en zona de 22, que con una leve seña del comandante de los gordos (el medio scrum), le indico a José Calliera que se levante y embista a quien se le cruce para así llegar al descuento. La segunda acción un arma conocida por todos, pero sin punto débil en su formar, como lo es el scrum a cinco metros forzó el try penal y así esa ventaja se redujo a cuatro y las caras de todos los espectadores se tornaron de preguntas.
Cinco minutos quedaban en los relojes de todos, las piernas de los locales no respondían, las caras eran de sufrimientos y las dolencias se hicieron grandes. De a uno los jugadores de Natación iban cayendo (algunos por calambres, tirones y otros por heridas de sangre tuvieron que dejar a su equipo con menos gente). Los cambios eran escasos para todos esos guerreros cansados. Y a eso súmale el contexto de un visitante inspirado que veía la remontada al alcance de su mano. Entre los cansados que no cedían a la gravedad de la tierra se miraban con pensar común: “Si no reaccionamos lo perdemos”.
Aun así la fuerza no disminuyo. Dejando todo en el campo fueron a defender esa mínima ventaja. Entre pelotazos de despeje para evitar el choque abrupto innecesario, un deseo se les cumplió a estos batalladores cansados. Una desconcentración del visitante le regaló la copa al local. Lawn Tennis había cedido un penal y no había persona más apta para ese momento que Máximo Ledesma. El apertura de 26 años, todo ensangrentado por un golpe de la cabeza, se posiciono para ejecutar un complejo disparo. Esa oportunidad no cerraba la historia, pese a que el reloj ya entraba en zona de conteo, pero les permitiría respirar un poco, perder no lo iban a hacer empatar podría ser. Pero igual ese penal entrando por el medio de la H les cambió la cara los gladiadores el 27 a 20 fue la brisa refrescante de la tarde.
Quemando el último cartucho el visitante fue por la heroica. Salida corta pero justa, cual francotirador Mentz la puso a donde quería para recuperar la ovalada. Pero una presión rápida del “Requeté” Ascárate intimido al jugador visitante que sin poder controlar la pelota cometió el error que culminó el encuentro y así el campeonato. En ese momento la guinda dejó de rodar para así decretar al nuevo campeón. Que con piernas flojas, derrumbados en el suelo, abrazados sin entender la situación, fueron devorados por su gente. Entre abrazos y lágrimas se entendió que Natación volvió a ser campeón.

Las lagrimas eran de incertidumbre, en automático brotaban de los ojos si saber por qué. Festejar por hacerlo, ya que el cuerpo mandaba y la mente obedecía. Abrazos de conocidos, amigos y familiares invadieron a aquel plantel. Que al ritmo de “campeones, campeones, campeones” se olvidaron de lo más importante, el levantar la copa. Nicolás Orlande (capitán de Natación), llevado a rastras y a la fuerzo, alzó la deseada. Con unos tantos para la foto festejaron en reducido, porque el encontrar al resto del equipo iba a ser más difícil que el camino recorrido.
Superaron el séptimo título para poner el octavo. En conmemoración al partido que los marcó, que los hizo reflexionar (como fue el encuentro con Lince en la 7° fecha) esos fueron los días de festejo. Los lugares fueron rotando. Al principio fue el club hasta que fueron sacados, La casa del “MochoPalou continuo los festejo (hasta que la madre tuvo que usar la casa) y ya para el cierre de celebración el club les abrió las puestas con honor. Algunos aguantaron todos los días, otros por compromisos se fueron bajando y algunos entre bromas se retiran porque la novia/esposas lo anunciaba. Abrazos y lágrimas, risas y palmadas. En aquellos festejos la edad no importaba Gonzalo García (el jugador más joven con 18 años) resaltada una frase que le dijeron: “Yo a vos te envidió porque saliste campeón siendo tan chico”.
Pasaron los días, estos se hicieron semanas y los meses se adueñaron de aquel suceso. Y hay una palabra que retumba entre los 42 jugadores que cortaron una sequía, recordaron un logro y marcaron un comienzo: “No caemos que somos campeones”.

Hay quienes se preguntan ¿Por qué Natación salió campeón? ¿Qué llevó a que estos 42 tipos quieran más la copa a que el resto? La respuesta, no hay. Ellos nunca aspiraron a esto. Sus metas eran en pensar a futuro aprovechar el plantel joven que tienen y moldearlo para más adelante. Mejorar lo obtenido el año pasado (el estar entre los ocho mejores) e ir superando año a año. El decir que el club lo ganó porque entrenó mas, se esforzó el doble sería hablar por hacerlo. No hay un equipo, en el mundo, que quiera triunfar sin sacrificar primero (en todas las ramas). A su vez, un pensar de su servidor, los “Blancos” llegaron a tal lado porque no tienen la pica que poseen los demás equipos. Eso de estar pendientes del otro como para mofarse o indignarse de su resultado no se vio en casa blanca. Ellos estudiaron a sus rivales como cualquier otro conjunto, pero recién los otros empezaron a observar a Benjamín Aráoz cuando empezaron a hacer ruido. Ya ahora saben que Natación es un equipo a tener en cuenta, que ya no es el rival a vencer en cualquier lado como lo era antes, que ahora vuelve ser el equipo a respetar.

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